323 – ¿ESPECIALIZACIÓN O TERCERIZACIÓN? – ¿GASTO O INVERSIÓN?

19/05/2017

Vivimos en una sociedad dinámica, expuesta a innumerables cambios,  que en el mundo de los negocios afectan a la gran mayoría de empresas. A modo de ejemplo,  existen cambios normativos impuestos por los organismos reguladores en general, modificaciones tributarias, cambios originados en ámbitos de negociaciones laborales, etc.

En este marco la mayoría de las empresas se cuestionan (o deberían cuestionarse) su accionar para estar preparados antes estos cambios, pudiendo distinguir dos grandes opciones: “especialización” o “tercerización”.

Cuando nos referimos a “especialización” hacemos referencia a que las empresas, por sus propios medios, deben informar, formar, capacitar a sus empleados para que puedan enfrentar nuevos retos y preparar a la entidad antes los cambios constantes de la sociedad.

Cuando las entidades optan por la especialización, están eligiendo enriquecer el recurso más preciado en una organización, sus funcionarios, incentivando su desarrollo profesional. La dirección de la entidad es quien debe asumir la responsabilidad por la inducción, capacitación y formación de sus empleados. Esta   erogación  que realiza la empresa, en algunos casos visto como un “gasto”,  debería ser interpretada como una “inversión” ya que al agregar valor a su capital humano, agrega valor a la organización y viabiliza la posibilidad de tener una empresa fuerte y competitiva en el mercado.

Aun considerándolo una “inversión”  pueden identificarse desventajas de  esa especialización entre las que podemos mencionar que los funcionarios en el proceso de especialización pueden perder el foco de sus  “actividades centrales” dentro de la entidad, como serían a vía de ejemplo, su participación en el proceso productivo, en la administración,  en el análisis del negocio (competencia propiamente dicho), tareas éstas inherentes al cargo que el funcionario desempeña y no transferibles a terceras personas. A lo anterior, podemos agregarle  un riesgo adicional y éste refiere a la pérdida del recurso especializado, que luego de haberse formado emigra a otra empresa, dejando a la entidad en el punto de partida original.

Una opción a esto es la “tercerización”. Con este concepto hacemos referencia a la contratación de un tercero o empresa para que preste un servicio o realice ciertas actividades, que para efectuarlos la entidad contratante debería haber realizado la inversión antes comentada.

Quien  contrata, tiene como estrategia la  reducción de sus costos, asegurarse que estará actualizado en todo momento y que no se enfrentará a la situación de estar sólo sin saber a quién recurrir. Esa entidad, concluirá entonces en la evaluación de esta decisión, que la opción más eficiente en términos económicos y profesionales consiste en la contratación de un tercero y no la especialización del personal.

Como ventajas de la tercerización podemos mencionar que la entidad contará con ayuda experta en el sector contratado, permitiendo que la Dirección se enfoque en aquellas áreas más relevantes para el negocio. A su vez la tercerización le permite a la entidad, ganar en rapidez de respuesta a los distintos cambios que se presentan.

Con respecto al “costo” de la tercerización, podemos analizarlo desde dos puntos de vista: primero como un “gasto”, ya que representa una contratación de servicios administrativos y con ello una erogación de fondos. Segundo como una “inversión” que le permitirá a la entidad no exponerse a ciertas contingencias, como podría ser no estar informado respecto de un cambio reciente.

Como conclusión, consideramos que la evaluación de la decisión de especializar a los empleados o tercerizar, debería  formar parte del día a día de cada organización, buscando obtener el equilibrio más eficiente en cuanto a costos y resultados.