Prensa. El Futuro del compliance y los objetivos del desarrollo sostenible de Naciones Unidas (Revista Qality Magazine)

16/07/2019

Para que una empresa esté adecuadamente protegida de los posibles riesgos penales que pueden afectarla, no basta con implementar un programa de integridad para prevenir hechos de corrupción, sino que debe atender al amplio abanico de delitos corporativos (lavado de dinero, fraudes, delitos marcarios, fiscales, cambiarios, ciberdelitos, etc.), en función de los estándares internacionales y las legislaciones de los países con los que opera (FCPA, UK Anti-Bribery Act, Ley Sapin, normas ISO, etc.).

Por otro lado, un adecuado y efectivo programa de compliance debe exceder la mera prevención de riesgos penales para atender la totalidad de riesgos legales posibles, en materia administrativa, laboral, medio-ambiental, fiscal, etc., con una visión comprometida, no sólo con la ética y la transparencia sino con el desarrollo de una cultura sostenible en pos de un mundo más seguro, más respetuoso, más sano y sustentable.

Porque el compliance es más que la prevención de riesgos penales y legales. Es implantar una cultura ética y de responsabilidad social empresaria que colabore con la posibilidad de vivir en un mundo mejor. Para eso, cada empresa debe comprometerse con la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas, previstos como meta para el año 2030.

Un compliance adecuado, moderno y efectivo pero, sobre todo, comprometido socialmente, debe necesariamente identificar, controlar y reducir los riesgos que en la actividad empresaria pueden generar no sólo responsabilidad legal sino perjudicar la consecución de los ODS trazados por Naciones Unidas.

En tal sentido, se impone desarrollar políticas de integridad que minimicen tales riesgos y encarnen el compromiso firme de la empresa en cuatro ejes fundamentales:

En materia de derechos humanos, la reducción de las desigualdades en y entre los países, el fin de la pobreza, la meta de hambre cero y el alcance de estándares inclusivos de salud, bienestar y educación de calidad para todos, con perspectiva de igualdad de género (ODS Nros. 1, 2, 3, 4, 5 y 10).

En materia de desarrollo laboral, urbano y tecnológico, la instauración de ciudades y comunidades sostenibles, con industria,  innovación e infraestructura en un contexto de trabajo decente y crecimiento económico (ODS Nros. 8, 9 y 11).

En materia medioambiental, el desarrollo de una cultura con políticas de producción y consumo responsables que preserven el agua limpia y su saneamiento, el uso de energía asequible y no contaminante, con acciones concretas en salvaguarda y protección del clima, la vida submarina y de los ecosistemas terrestres (ODS Nros. 6, 7, 12, 13, 14 y 15).

En materia institucional y legal, la implementación de una cultura ética de legalidad y transparencia, que sirva como dique ante la corrupción y todo delito, con políticas y acciones concretas para alcanzar un estado global de paz y justicia con instituciones sólidas, organizada en alianzas estratégicas para lograr los objetivos propuestos (ODS Nros. 16 y 17).

Es conveniente y deseable que las empresas incluyan expresamente en la misión y valores de sus programas de integridad su compromiso ético con los ODS de Naciones Unidas , planificando y ejecutando desde ahora acciones concretas en tal sentido.

Porque vivir en un mundo mejor es responsabilidad de todos.

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